Le escribo a un poeta solo, a un poeta triste.
Le escribo a un poeta que llora con sus manos
y que vive porque aún late su corazón.
Le escribo a un poeta que no duerme,
un poeta desnudo del alma.
Yo le escribía a un poeta a quien
le sangraban las heridas del pasado.
Le escribí a un poeta vetusto
y me respondió con alegoría
acerca del hecho de estar vivo...
Le escribí un poema muerto y en paz pude dormir.
Henrry Rivas Tom
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