A ti niña que caminas por la cordillera, vas cruzando caudalosos ríos y orgullosas montañas, eres más fuerte que un venado, tus piernas son columnas que pisan fuerte sobre los caminos rocosos y resbaladizos que comunican la Comarca Ngöbe-búgle; cargas en una chacra sobre tus espaldas el arroz, los porotos, las legumbres que son tu alimento y también sostienes sobre tus hombros la historia de tu pueblo, en tus relatos se cuentan las vivencias familiares ocultas en los bosques tropicales y bajo la oscuridad de éste puente continental.
¡Niña! No te avergüences de ser quien eres, con tus nahuas multicolores adornas éste precioso jardín cultivado durante siglos, que también ha sido saqueado por ladrones de metal, y aunque has llorado mucho, no has doblado tus rodillas ni la generosidad de tu inmenso corazón.
Adémir Arévalo
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